Para los terremotólogos
comenzó con un terremoto
para no acabarse nunca:
un auténtico movimiento
sin armas
sin política: mi amor por esta muchacha
es ningún secreto de estado
la quiero como las raíces de los
arboles quieren a la tierra:
más firme y constante
que cualquiera de esos edificios
que han sabido conservarse
invulnerables ante nosotros
un caso raro para cualquier terremotólogo
aún conocido el epicentro de
éste algo que nos mata.
total que las escalas de richter
y mercalli
resultan una mierda frente
a nosotros…
pues así quedó
esta sección
del cuerpo
de la Élida
después del último temblor…
de labios.
La Prensa Literaria – Noviembre 5 1972